Antes de iniciar con la carne de este post, quiero recordar que aunque las líneas que vas a leer a continuación se basan en la casuística del escenario político, son aplicables para cualquier cliente bien sea que busque el desarrollo de su marca personal, el de una marca corporativa, cualquier producto en particular, o para ti mismo. Basta aplicarle algo de lógica e imaginación y podrás transportarlo al estadio en el que esté puesto tu interés.
Ahora si, en materia. Es indispensable entender que el candidato es un producto en sí, y que nuestra finalidad es ponerlo en una góndola para ser exhibido y que de su empaque y contenido dependerá cuanto éxito obtenga el día de las elecciones. Por eso y para ello resulta indispensable conocerle a profundidad y a partir de ese conocimiento exhaustivo empezar a definir la serie de estrategias y el plan a seguir.
Una característica casi generalizada en los políticos (y valga el paréntesis para recordarte que si tú eres uno de ellos, coincidirás con migo), es su grandioso ego, por demás una cualidad valiosa para emprender tan fuertes caminos. Pero que para nuestro trabajo inicial seguramente será una barrera que a medida de confianza y asertividad debamos ir penetrando hasta poder moldear el verdadero producto que pueda salir a un mercado fuerte y ampliamente competido que requiere sin lugar a dudas factores diferenciadores.
Verbo y gracia, un político solo pide ayuda cuando siente que está en riesgo de perder, con el agravante que en la mayoría de los casos cree tener la verdad revelada y espera que sus asesores sean un coro melodioso que repita en dulces notas las premisas que él en su interior ya ha pactado como soluciones.
Es por eso que nuestro cliente siempre se verá como una joya y, aunque en algunos casos y con mucha suerte será verdad, en la mayoría de los otros encontrarás joyas en bruto, y también excepcionalmente brutos que se creen joyas. No obstante si asumiste el reto de asesorar deberás en todo caso procurar a través de tu estrategia garantizar un producto creíble, pero sobretodo en el que se sienta plenamente identificado tu candidato.
Antes de continuar y para colorear un poco lo que hasta acá hemos dicho te pido imaginar el siguiente caso. Hace algunos años el hoy alcalde de Bogotá Enrique Peñaloza, era candidato a este mismo cargo y en una medida desesperada de sus estrategas, y ante la alta posibilidad de perder las elecciones, cosa que a la postre sucedió, decidieron llevarlo a una de las centrales de abastos más importantes del país.
Peñalosa un hombre caracterizado por su tecnicismo, carácter y por no ser político (como él mismo se describe), tenía poca popularidad a una semana de los comicios y, aunque en el recuerdo por su paso en su primer periodo como alcalde gozaba de buena recordación no sucedía lo mismo con la intención de voto.
Fue entonces cuando en plena catedral de la expresión popular más arraigada desde tiempos de la colonia, le sugirieron levantar y cargar al hombre un bulto de cualquier producto de la canasta familiar y procedieron a fotografiarlo seguramente con la intención de mostrarlo más humilde. Pues bien y como seguramente ya lo intuyes, ni logró atraer nuevos electores de los sectores populares y posiblemente alejo a algunos que veían en él un hombre en otras facetas y no en estos menesteres.
Es por eso que resulta tan importante conocer y entender los valores y antivalores de nuestro candidato, sus fortalezas y sus debilidades y tener claro que si bien es cierto la estrategia en el papel pueda ser buena, claramente no es aplicable en todas las ocasiones y a todos nuestros clientes, o sino imagínate como estaría Corabastos cada ocho días antes de unas elecciones.
Deberás tener en cuenta que las joyas de la corona no serán las que recurrentemente toquen las puertas de tu oficina, por el contrario deberás aprender a pulir, a desgajar y a encontrar el brillo bien sea en las fortalezas o en las debilidades para alcanzar el éxito en tu tarea.
Para concluir mencionaré someramente un caso exitoso en el cual una debilidad aparente, se convierte en la mayor fortaleza de un candidato. Apolinar Salcedo un hombre moreno, ciego desde los siete años a causa de una bala perdida, logra elegirse alcalde de la ciudad de Cali en el año 2003 en contra de todas las maquinarias. Uno de las frases que utilizaron sus estrategas y que se anido en el corazón de los electores fue: “Él puede ver lo que otros no ven”. Era prácticamente imposible que una ciudad con altos niveles de racismo eligiera un hombre negro y mucho más si este vivía con una mal llamada “discapacidad”, pero lograron de una
debilidad formar una fortaleza. A la postre no es relevante lo que sucedió en el periodo del burgomaestre, solo para este artículo vale la pena la mención a la estrategia de su campaña.
Recuerda que todo candidato puede llegar a ser un buen producto, que es tarea del estratega descubrir el molde, pero que ciertamente debe ser uno que le quede a la medida y se sienta a gusto quien lo va a llevar en cada evento público. En estos casos cuando una imagen se ha grabado en la mente de un elector es muy difícil modificarla y valdrá más dinero el cambio que lo que se invirtió en crearla, o sino recuerda lo que primero viene a tu memoria cuando menciono el nombre del ex presidente Ernesto Samper.
Giovanni MonroyPardo – CEO MasCreativo
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