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DUQUE Y LA MERMELADA

Actualizado: 12 may 2020



Pocas cosas más complejas para un gobierno que la relación con su legislativo. Terminada la campaña llega el frío momento en el que hay que pasar del discurso en el plano de lo ideal y aterrizar las propuestas al mundo real.


Ese es uno de los grandes retos que vive el presidente Duque en estás horas. Tradicionalmente los acuerdos en los espacios de poder del Congreso de la República han tenido una tensa calma y se basaban en dos premisas básicas. Que partidos apoyarán al gobierno y cuantos votos representan en cada una de las cámaras.


Pero este año en particular pareciera que no está tan fácil resolver tanto ego junto y la pugnacidad por acomodarse en las mesas directivas, las comisiones y la elección de secretarios, han enfangado un camino que si se hubiese garantizado la costumbre hoy no tendría con dolores de cabeza al electo presidente.


Por evidentes razones el partido de gobierno es el Centro Democrático, pero de ahí en adelante ninguna otra colectividad puede asumir un papel victorioso en la gesta presidencial, en razón a que todas ellas en mayor o menor cantidad estuvieron lejos o soterradamente cerca de la campaña de Iván Duque.


Los Conservadores anunciaron su apoyo a Germán Vargas Lleras y aunque una parte minoritaria de ese partido oficializó su concurso a la dupla Duque – Ramírez sería testarudo pensar que finalmente fueron los dirigentes quienes consolidaron la victoria, máxime al tener presente los términos con los que hoy la primera y futura vice presidenta se refería a sus otrora copartidarios hace tan solo unos meses atrás y que claramente había dejado una fuerte herida que tan solo la sed de beber del manantial presidencial puede haber ayudado a cicatrizar.


El Partido Liberal tal vez fue quien más parlamentarios sumó a la causa del ex presidente Uribe y es que para nadie es un secreto que aunque todos se tomaron la foto con Humberto De La calle, tan solo la inmensa minoría procuro por el éxito del hoy endeudado candidato del trapo rojo. Más bien y como los hechos demostraron el presidente Gaviria y su corte allanaron prontamente las empedradas trochas que en teoría los separaban y con soterrada disciplina dejaron solo a su candidato, en favor de las huestes Duquista.


En Cambio Radical, la golpeada casa de Germán Vargas nadie puede hoy salir a cobrar el triunfo pues claramente trabajaron para su jefe y en el instante que podía este último pronunciarse con algo de gallardía y el agudo cálculo político que lo caracteriza, no lo hizo. Me refiero al momento de su alocución reconociendo el triunfo de su rival hasta ese momento y quien a la postre ganaría los comicios. Su menoscabado electorado pero importante al momento de una segunda vuelta, con o su autorización partió en un altísimo margen a la campaña ganadora, esto sin importar las declaraciones de alfiles muy renombrados como Luis Felipe Henao o el hasta ese momento consentido Carlos Fernando Galán.


Más difícil aún es que pasen factura los voceros del Partido de La U, al fin y al cabo aunque sus raíces siempre fueron la mano firme y el corazón grande, sus directivas Benedetti, Roy e Iragorry decidieron acompañar a Vargas y aplicando disciplina llevaron a sus bases y a un número importante de parlamentarios a jugar con la misma moneda que